sábado, 9 de febrero de 2013

Historia de la cosmetica mediterranea II

 

La cosmética en los pueblos mediterráneos antiguos


FENICIOS Y CARTAGINESES

Los fenicios, cananeos de raza y semitas de lengua, se establecieron hace 7000 años, en una débil franja de tierra entre el mar y los montes del Líbano. Vivieron en ciudades-estado, prósperas e independientes y fueron grandes amantes de los perfumes. Con estos antecedentes y con una gran flota de naves ligeras, de proa estilizada, eran temibles en el mar y estaban preparados para abrir factorías en todo el mediterráneo que con el tiempo, se convertirían en ciudades.

 
No tenemos demasiadas noticias de los productos aromáticos que usaron, pero si que tenemos, y muchas, de la enorme cantidad de frascos para perfumes que manufacturaron. En todos los periplos que hicieron en todas las factorías donde se establecieron y sobretodo en todas las ciudades que fundaron, en particular Cartago, pero también, Chipre, Creta, Málaga, Cádiz y e Ibiza y tantas otras, encontramos los restos de su paso o de su estancia. En relación con la perfumería, podríamos decir que, aparte de los frascos de vidrio o de pasta vítrea, que cambiaron o vendieron, y que encontramos en todos los museos arqueológicos del mediterráneo, fueron los suministradores de esencias para los habitantes de sus colonias. Sin pecar de exagerados, nos atrevemos a decir que los fenicios se convirtieron en los primeros distribuidores de perfumes de la cuenca mediterránea.

GRECIA

Los griegos profesaban un verdadero culto a la higiene del cuerpo y la belleza plástica. Todos los segmentos sociales compartían la inquietud por la estética, difundieron por toda Europa el concepto de estética pero a diferencia de los romanos, que asimilaron y practicaron la tecnología cosmética egipcia, los griegos eran partidarios de la naturalidad en el aspecto. Desde las invasiones de los dorios en el siglo XII hasta el año 700 a.C., los griegos poco tiempo tuvieron para entregarse a los placeres narcisistas del adorno personal. Y cuando su sociedad se consolidó y prosperó durante la gran época del siglo V a.C., estuvo dominada por un ideal de virilidad y de tosquedad natural. Prevalecían las actividades eruditas y atléticas. Las mujeres poco contaban, y el varón, sin adornos ni prendas de cualquier clase, era la criatura perfecta.

Durante esta época, el comercio de los cosméticos, heredado de los egipcios, se conservó en Grecia gracias a las cortesanas. Éstas, que eran las amantes de los ricos, se pintaban la cara, lucían complicados peinados y se perfumaban el cuerpo. También aromatizaban el aliento llevando en la boca líquidos o aceites balsámicos y removiéndolos con la lengua.

Estos aromatizantes, tal vez. los primeros de la historia para ese uso, no eran ingeridos, sino que se escupían discretamente en el momento oportuno. Entre las cortesanas griegas encontramos también la primera referencia histórica a la preferencia por los cabellos rubios. Este color más claro denotaba inocencia, una categoría social superior y un atractivo sexual, y las cortesanas conseguían el tono debido mediante la aplicación de una pomada a base de pétalos de flores amarillas, polen y sales de potasio, perfumada con manzana.
Aunque a los griegos les agradaba mostrar una apariencia natural, aprobaban el colorete para las mejillas, y las cortesanas realzaban sus tonalidades aplicándose primero polvos blancos. La gran cantidad de plomo que contenían éstos, que durante los dos mil años siguientes blanqueaban las caras, cuellos y bustos de las mujeres europeas, acababan por deteriorar el cutis e incluso ocasionaban innumerables muertes prematuras. El nacimiento, el casamiento y la muerte venían acompañados de fumigación y de unciones perfumadas con virtudes purificadoras. Los perfumes desempeñaban un papel importante en los funerales ya que favorecían el paso al Más Allá.

Más allá de estos ritos, los griegos profesaban un verdadero culto a la higiene del cuerpo y a la belleza plástica. De esta manera, Hipócrates preconizaba remedios a base de salvia, de malva, de comino,... que se administraban en forma de fumigaciones, fricciones y baños. Después de sus abluciones en los baños públicos, lugares de sociabilidad, hombres y mujeres se perfumaban con aceites de lirio, de mejorana...

En el transcurso de los banquetes, se lavaba los pies de los invitados en signo de hospitalidad y se les ofrecían guirnaldas de flores, vinos perfumados, ungüentos de rosa, de aceite de alhelí...En el estadio, los atletas cubrían su cuerpo con aceite que después se quitaban con estrígilos mientras en Atenas, las mujeres se maquillaban utilizando para los ojos el negro y el azul, coloreaban sus mejillas con carmín y los labios y las uñas se pintaban con un único tono. Se consideraba que la cara tenía que ser pálida porque era un reflejo de la pasión.
Asimismo, las pestañas se ennegrecían utilizando una mezcla de huevos de hormigas y moscas machacadas. Las mujeres griegas pudientes, se coloreaban la cara, se espolvoreaban de oro, blanco y rojo, teñían las cejas y prolongaban sus pestañas y marcaban el contorno de sus ojos, también se teñían los cabellos.

IMPERIO ROMANO

Durante la época final de la República y primeros siglos del Imperio en que conquistaron medio mundo, Roma se convirtió en una ciudad rica y próspera que conoció el "boom" de la cosmética y la perfumería, tanto a lo largo de su extensión geográfica que la hizo llegar hasta los confines del Imperio, como por la intensidad del consumo que se popularizó entre todas las capas sociales. El uso de perfumes y ungüentos se convirtió en abuso y exageración.

En Roma, además de las personas se perfumaban, las salas de los grandes palacios, los teatros, los vestidos, el vino, los estandartes de las legiones cuando a la guerra o cuando volvían victoriosas de sus conquistas, y hasta algún emperador llegó a perfumar su caballo preferido. También se usaban innumerables perfumes en las ceremonias religiosas como ofrendas a los dioses, en los entierros y en las fiestas familiares, especialmente en las bodas.

Los soldados regresaban de sus misiones en Oriente cargados de perfumes indios, cosméticos y una preparación para teñir el pelo de rubio, compuesta de harina amarilla, polen y fino polvillo de oro. Existen pruebas, además, de que las romanas elegantes disponían en sus tocadores de todos los productos de belleza que se encuentran hoy en día. Marcial, el epigramista del siglo I, criticaba a una dama amiga, llamada Galla, por alterar de pies a cabeza toda su apariencia:

―Mientras te quedas en casa, Galla, tus cabellos se encuentran en casa del peluquero; te quitas los dientes por la noche y duermes rodeada por un centenar de cajas de cosméticos... Ni siquiera tu cara duerme contigo. Después, guiñas el ojo a los hombres bajo una ceja que aquella misma mañana has sacado de un cajón‖.-
 Las mujeres romanas siguieron con los mismos cuidados de belleza que las griegas, suavizaban su piel, utilizaban extractos de limón, rosa y jazmín y ya endurecían sus pechos con vinagre, arcilla y corteza de encina macerada en limón, pulían sus dientes con polvo muy fino de piedra pómez, y utilizaban infinidad de perfumes.

Dada la predilección de los romanos por los productos de belleza, durante largo tiempo los etimologistas creyeron que la palabra ―cosmético procedía del nombre del más famoso comerciante de productos de maquillaje en el Imperio Romano, contemporáneo de Julio César: Cosmis. Sin embargo, en fechas más recientes se ha llegado a la conclusión de que el vocablo deriva del griego kosmetikos, que significa ―hábil en la decoración.
En las termas, todos, mujeres y pobres incluidos, podían lavarse. Es también gracias a los romanos que se extiende el uso del sapo, pasta espumosa a base de grasa de cabra y de ceniza de saponarias, ancestro del jabón.

La estética era una auténtica obsesión. Hombres y mujeres se maquillaban, peinaban y depilaban por igual. Había esclavas dedicadas exclusivamente al cuidado de la belleza de sus amos. Se especializaban en temas concretos: baños, maquillajes, tocados…

Del emperador Nerón es sabido que su mujer, Popea, se bañaba con leche de burra y cuando viajaba llevaba entre su séquito una reata de cincuenta de esto animales.

Muy pronto otorgaron a los perfumes bajo todas sus formas, un lugar considerable. En los cultos religiosos y en los ritos funerarios, el incienso, el costus, el benjuí, el almizcle, el ámbar gris y otras sustancias perfumadas se hicieron indispensables. Este fenómeno también ocurría de manera importante en la vida profana y particularmente en lo que se refería al aseo.

Al perpetuar y al desarrollar los usos de los griegos y de los orientales, los romanos contribuyen a mantener las antiguas redes comerciales que, desde la India, Arabia y África, encaminan los productos brutos o compuestos por medio de caravanas y por mar. Los tratados sobre los olores, escritos a menudo por los médicos que les daban virtudes curativas, mencionan vegetales como la azucena, el narciso, el cardamomo, la rosa, el lirio, el sándalo..., sustancias animales como el almizcle, la algalia, el castóreo, así como diversas resinas. A partir de estas materias primas, los romanos preparan ungüentos, aguas perfumadas, perfumes, pastillas y polvos olorosos. En las postrimerías del Imperio Romano, después de lavarse los hombres ya se colocaban en las axilas unas almohadillas con sustancias aromáticas.

Los perfumistas de Roma tenían instaladas sus tiendas en un barrio llamado "Vicus unguentarium", donde vendían sus productos y en el fondo de la tienda, en pequeños obradores preparaban los perfumes y los ungüentos. Igual que hoy en día, mas de uno, tuvo gran popularidad por el éxito de sus aromas y su nombre era reconocido por todos los consumidores.



Extraído de

MÓDULO DE COSMETOLOGÍA

PROF.:SAMUEL AZUARA

I.E.S. ALMIRANTE BASTARRECHE


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